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domingo, 31 de agosto de 2008

::::Bye Túnez::::::



Gracias!!!..... Merci!!..... Chouckrane!!


Despedida de Túnez... (escrito el 25/08)
A días de comenzar el mes de setiembre, y echando un vistazo a mis últimos 45 días en este país, puedo decir que me voy más que conforme y feliz. Días maravillosos, momentos intensos, semanas que se deslizaron demasiado rápido. Vuelvo a desear que el tiempo se detenga, o que al menos se pase más lento. Quiero guardar cada instante vivido, cada minuto acontecido.



Muchas cosas para contar, otras tantas para guardar en el cajón de los recuerdos para nunca más olvidar. Cuando cierro los ojos cada noche, agradezco a Dios estar viviendo todo esto, y doy gracias también por no perder la capacidad de asombro para ciertas pequeñas cosas de la vida cotidiana. Porque es cierto que para quienes están del otro lado, se empapan de la cultura de cada lugar visitado, recorren cada calle, y se nutren de las pequeñas historias contadas en cada fotografía. Pero así y todo puedo asegurar, que si bien es tan bonito recorrer y estar en este país trabajando, al mismo tiempo llega un momento en el que uno se mimetiza con el ambiente, y todo parece tan normal. Sólo cuando veo las fotos caigo en la cuenta de que estoy en la clase de sitio que siempre quise estar, que estoy pisando las tierras que siempre quise pisar, y que estoy viviendo codo a codo con una cultura que tanto tiempo quise conocer de cerca.


Desde su gente, hasta sus calles, los zocos (zouks), las playas, (con mis amigos camellos, caballitos, burritos y escarabajos) la música árabe en todas las tiendas, en los taxis, el ulular de las mujeres árabes cuando gritan el “zalguta” al compás de los golpes de la música, hasta las comidas que pican tanto con su famosa salsa harissa. Y por supuesto, sus incontables vendedores ambulantes que intentan vender todo a precios exorbitantes para luego llegar a un razonable importe mediante el familiar regateo, una ancestral forma de comerciar en los países árabes, cualidad que esta nación ha sabido demostrar muy bien a través de los siglos.

Mis días han sido estupendos. Mi trabajo todas las noches en el resto “Le Beyrouth” del Hotel Regency me ha dejado con el corazón contento y con las energías renovadas para seguir danzando durante mucho tiempo más. Si bien mis horarios en estos dos meses han sido bastante raros para lo que es el común de la gente, puede decirse que pude aprovechar muy bien mis días. Playa, salidas al Shopping, recorridas por los zouks con mi amiga brasilera Daiane, tardes de mate, shisha, y de pizza margarita y “Boga Light” en los bares del Boulevard, peleas con los taxistas por las altas tarifas, clases de francés, italiano, portugués, árabe, inglés y español con quien se me cruzara por el camino. Comenzando por decir que con daiane hablamos en tres idiomas, el suyo, el mío, el nuestro. Casi siempre terminamos con “el nuestro”, o sea, el inglés. “Fala ingles por favor, eu nao estou entendiendo”. Pero puedo “ficar tranquila” que algo de español aprendió. Pero ese es otro capítulo aparte.

Todo fue fabuloso, mas el día que he catalogado como el broche de oro fue nuestra visita a la ciudad de Sousse. Tarde de paracaídas, paseo en pez volador, viaje en tren, aunque una noche para olvidar, porque bailé demasiado cansada por el trajín de la larga jornada. En la lista de mis recuerdos inolvidables de este país no puede faltar la visita al Museo Nacional Bardo, el más importante de toda la zona, y donde se encuentra la colección más grande de mosaicos romanos. Increíble estar allí, respirando tantos años de historia. Claro que no menos importante fue visitar la ciudad costera de Mahdía, donde se encuentran las ruinas romanas de El Jem, con su gran coliseo. Sitio obligado, y al que he ido más de una vez durante mi estadía en Túnez, es Sidi Bou Said, la ciudad de las casitas blancas con techos y ventanas azules. Un lugar que cobró importancia por esta curiosidad y al que asisten miles de personas por día. Callecitas empedradas, y casas y mansiones que lindan con la costa del mar mediterráneo. Un lugar para enamorados, y para enamorarse del lugar. Tampoco quiero olvidar mi mate argentino, regalo de un argentino-italiano, (qué suerte la mía, no?), ni las salidas con la bellydancer tunecina Asmahan, que fue tan amable conmigo y me llevó de recorrida por el centro de Túnez el primer mes que estuve aquí. Y cuadrito de honor para los vendedores de las flores típicas tunecinas, que abundan por todo el país, ofreciendo sus flores y collares a cambio de pocos dinares. Premio para ellos a la perseverancia, porque insisten tanto que al final del día uno vuelve de su paseo con varios collarcitos y flores en su haber.

Aún me queda una semana para disfrutar de este país, aunque me doy por satisfecha, por haber podido recorrer, conocer y admirar unos cuantos rincones tunecinos. Espero volver en algún próximo contrato y reencontrarme con tan lindas vivencias.
Gracias a todos por estar de ese lado y acompañarme. Nos encontramos en la próxima crónica!. Saludos tunecinos, con collarcitos de flores de Yasmin.

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