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domingo, 28 de junio de 2009

De bailes, idiomas, y otras yerbas…



Si hay algo que realmente siempre me llamó la atención es la comunicación; la forma en la qué ésta es empleada por los seres vivos para establecer lazos con otros. Comunicamos con el habla, con el lenguaje (que ojo, no es lo mismo, diría una profe de mi 1er. año de la Universidad), con los gestos corporales, con sonidos. Comunicamos con nuestra forma de vestir, y con nuestras elecciones y preferencias.
El lenguaje como tal es un medio sociabilizador. Pero ¿qué pasa cuando el lenguaje entre dos personas no es el mismo? Acá llegamos al punto que me tiene bastante pensativa en estos días.
Hace un año que vengo girando por estos países tan distintos a lo que conocía hasta entonces. El idioma no fue hasta ahora un obstáculo, ya que en la mayoría de ellos pude manejarme tranquilamente con el inglés, y cancherear con algunas pequeñas frases de árabe, usadas para enunciados de cortesía y/o saludos. (No me pidan mucho más).



Todo bárbaro, hasta que volví a Túnez. Ya casi había olvidado que muy poca gente habla inglés. Acostumbrada yo a poder comunicarme fácilmente, llegué a Túnez y me encontré con un fluido francés, mucho más utilizado que el propio idioma árabe. Y bueno, arremangarse y a poner en marcha todos los mecanismos oxidados en mi cerebrito, para ver si logro sacar alguna palabra de las aprendidas en mis clases de francés en el secundario.
Sí, el francés es muy similar al castellano; pero no tengo el oído acostumbrado, así que cuesta. La mayoría de los tunecinos hablan como idioma madre el árabe y el francés, y son muchos también los que hablan italiano. Tal es el caso de mis músicos, con quienes hablamos una mezcla de francés, italiano y árabe. No se cómo, pero nos entendemos. El italiano es más parecido aún que el francés, así que me sienta más cómodo, y se entiende mucho mejor. Va queriendo.

Más allá de las diferencias idiomáticas, y que –confieso- me siento casi una inválida verbal; estoy muy feliz de regresar a este país tan bonito. El lugar donde estoy trabajando se llama “Phenix de Carthage”. Es un restaurant muy conocido en la zona de Cartago (Carthage), a unos pocos metros de las ruinas, las famosas “ruinas de Cartago”; y también muy cerca del emplazamiento donde se realiza cada año el festival musical de Cartago, donde acuden las más famosas figuras del mundo de la música árabe.

Volver a Túnez supone además, un cambio en la rutina de mis shows. Aquí, la danza se aprecia de otra forma. No digo ni mejor ni peor, sino distinta. Gustan otras cosas, el público es distinto, y las preferencias son otras. Todo es aprendizaje y satisfacción.
Cuando miro hacia atrás y reveo mi carrera, encuentro un antes y un después en mi forma de bailar. Ya no importan tanto las coreografías y una técnica tan perfecta, que de tan perfecta parece ballet y no danza oriental. Estoy en los países árabes, y acá no interesa demasiado si tu empeine está estirado, o si tu brazo está perfectamente alineado, o si tu suplée es irreprochable: acá se baila danza oriental, y la pasión juega más que la perfección. Uno de los elogios más grandes que puede recibir una bailarina extranjera trabajando en países árabes es que le digan que baila con la misma pasión de una nativa. Y eso, vale más que cualquier felicitación de un profesor en plena clase. Claro que se necesita de estudio y dedicación, pero un porcentaje significativamente importante en el éxito de esta carrera es bailar con pasión, y con el corazón. Muchas veces me encuentro en mis shows, danzando con los ojos cerrados, dejándome llevar por la música, sonriendo y compenetrándome con el ritmo. Encuentro en ese instante la verdadera esencia de mi persona.

Bailando olvido el mundo. Bailar sana mi mente y mi corazón de las heridas del pasado –y del presente-. La danza me conecta conmigo misma, y también es una excelente vía de comunicación con todas aquellas personas que acuden a ver mi show, y con quienes me es más fácil una sonrisa que un intercambio verbal.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola chiquilla! Es un placer leer tus comentarios-crónicas de viaje donde me llevas mágicamente a esos lugares que me gustaría recorrer, pero que hoy me conformo y me halaga transitarlos de la mano de tu danza.
¿Dónde estarás hoy?... Aquí o allá....te cuento que le hablé de ti a mi hija Laura que baila Danzas Árabes y ahora que entré en tu blog aprovecharé para pasárselo.
Te comento que salió a la luz un CD de mi autoría de relajación, el mismo contiene un Yoga Poético de Youssef Rzouga (escucha) de Túnez y Graciela Malagrida de Argentina. Youssef es uno de los máximos exponentes de la poesía árabe, para mi es un gran honor que forme parte de este CD- Se llama Caricias para el alma...un masaje virtual y la música es de Pablo Eggarter un artista puntano que en minutos estará al aire en Talento Argentino un prog. nacional. Te dejo un gran cariño y el deseo que el éxito y la felicidad sean parte de tu vida. Iris

Anónimo dijo...

Fer, Me has emocionado de verdad con lo que escribiste...la verdad es que estoy sin palabras...muchos besos, miles de besos y todas la luces para vos!

david dijo...

ey , hola, t queria dejar mi blog para que lo mires y comentes que te parece; bye. wwwlawebderosarinos.blogspot.com